Algunas métricas muestran señales positivas en la lucha contra la inflación, aunque aún parece temprano para cantar victoria.
Después de un año bastante duro para los inversionistas, muchos han optado por ser optimistas. Por supuesto, esta ola de optimismo se ha construido sobre un discurso particularmente esperanzado, que presenta un escenario bastante favorable en el contexto macroeconómico. Se habla de una reducción de la inflación sin mayores daños ni complicaciones. Lo que, a su vez, implica el pronto regreso de condiciones monetarias mucho más suaves.
Sin embargo, el problema surge una vez que se analiza el panorama con mayor precisión. Si entramos en detalles, nos damos cuenta de que la lucha contra la inflación no es nunca una tarea fácil.
Los mercados son muy propensos a la exageración.
De repente, surge un discurso (verdadero o falso) creado por una nueva manera de interpretar la situación. Los primeros compradores compran debido a una serie de suposiciones. Y luego estas suposiciones se convierten en una profecía autocumplida. El discurso en sí es la razón de las subidas de precios. Sin embargo, el mercado interpreta las primeras subidas no como una profecía autocumplida sino como una validación de los argumentos del discurso. En otras palabras, el mercado concluye que los primeros compradores deben haber tenido razón desde el principio. Estas subidas sirven como una prueba de veracidad. Esta validación fortalece el discurso y por eso llegan más compradores. Lo que crea un proceso de retroalimentación mutua. El miedo desaparece y prevalece la codicia.
En este proceso, la masa se vuelve cada vez más irracional. En otras palabras, con el paso del tiempo, existe una brecha cada vez mayor entre la realidad y la expectativa. Tarde o temprano, se vuelve más evidente que el mercado se está equivocando debido a la exageración. Luego, la multitud, al darse cuenta de su error, entra en pánico. La codicia se convierte en miedo en cuestión de horas. Los precios entran en caída libre debido a las ventas masivas.
No será fácil alcanzar la meta de inflación del 2% interanual a la que apuntan diversas economías. Debemos recordar que lo que se conoce como “inflación” es, en realidad, un conjunto estadístico que agrupa varios elementos. Entonces, una caída en los precios de un artículo puede afectar las estadísticas. Sin embargo, los otros artículos pueden no caer tan fácilmente.
El precio del petróleo, por ejemplo, ha bajado ligeramente (esto se puede ver en los datos de las cotizaciones de Brent a través de la plataforma MetaTrader para estar siempre al día). De hecho, hoy es más bajo que antes de la guerra en Ucrania. Obviamente es una victoria en la batalla contra la inflación.
No obstante, ahora tenemos inflación en el sector de servicios debido a un aumento en los costos laborales relacionado con el recalentamiento del mercado laboral estadounidense. Esta situación genera grandes presiones inflacionarias. Y esto está ocurriendo sin mencionar las presiones inflacionarias generadas por la reapertura de China. Siempre se debe prestar mucha atención a los cambios que constantemente ocurren en el mercado, por ejemplo, si hablamos de China, los cambios en el índice bursátil de Hong Kong (HK50) pueden ser vitales para los traders (comerciantes).
En otras palabras, podemos celebrar las mejoras. Pero todavía es demasiado pronto para cantar victoria.
Si la inflación se niega a bajar más debido a la demanda ligada a las condiciones del mercado laboral, eso podría obligar a la Reserva Federal de EE. UU. (FED) a endurecer la política monetaria. Eso significa que el mercado estaría exagerando su optimismo sobre la batalla contra la inflación.
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